martes, 24 de marzo de 2015

La puerta del baño 2

Haciéndose el valiente por haber tomado alguna copa de mas decidió ponerle seguro a la puerta para comprobar si la historia de fantasmas era cierta. Pretendía burlarse de los demas por un miedo infantil que el consideraba de cobardes.
Una vez hubo cerrado la puerta del baño se acercó al inodoro y como queriendo rematar el asunto, cerro también la puerta del pequeño cuartillo en que tenía que hacer sus necesidades.
De pronto escucho unos golpes secos en la puerta y a pesar de su supuesta valentía se asusto tanto que con la voz entrecortada pregunto:
-¿Quién es?- tratando de que no se sintiera el miedo en su voz.
Ya algo repuesto pero aun con miedo volvió a preguntar "¿Quién es?". Nadie le respondía, además se había hecho un absoluto silencio, tan absoluto que ni siquiera se escuchaba el ruido de la fiesta. Por su cabeza rondaban mil ideas ¿Cómo podía haber entrado alguien si el cerro con llave y comprobó que se encontraba solo?
Los golpes volvieron, y como queriendo convencerse de que alguien se había encerrado para hacerle una mala jugada, lanzó un grito enfadado y atemorizado. -!¿quién es?!- -¡no jodan!-
Armándose de valor, miro por debajo de la puerta y sintió que se le paraba el corazón al ver que no había nadie al otro lado de la puerta.
Impulsado ya no por el valor por el terror que nos hace correr para sobrevivir, abrió la puerta violentamente y justo en el momento en que pretendía salir, se giró tras oír una voz de mujer detrás de el. Al hacerlo pudo ver una mujer totalmente cubierta de sangre que con los brazos extendidos intentaba alcanzarle mientras arrastraba una de sus piernas parcialmente devorada. Totalmente bloqueado por el miedo Pedro perdió la orientación y en su carrera se golpeo la cabeza con el marco de la puerta quedando inconsciente.
Minutos más tarde despertó mientras varias personas le rodeaban tratando de reanimarle. Su amigo al escuchar un fuerte golpe en el baño decidió acercarse a ver que había sucedido y le encontró en el suelo inconsciente.
Todos tomaron su historia como la de un borracho que no recordaba lo que había sucedido. Pero en su pierna había una marca inequívoca de que la leyenda era cierta. Un mordisco con la forma de una dentadura humana. Tal vez si su amigo no hubiera llegado a tiempo el mismo hubiese formado parte de la historia de la mujer asesinada en el baño.



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